Déjenme contarles
la cosa más extraña que me ha pasado en-la-vida… Conocí a un cuate muy, muy cool ¡dos días
antes de venirme a Canadá!
Después de
pasarme todo el verano esperando conocer a alguien con quién platicar, con
quién ir al cine, con quién salir a conocer nuevos restaurantes,
visitar expos y museos y salir a caminar y disfrutar del clima veraniego de la Ciudad de México (pero ya saben, alguien real, sin pretensiones,
sin jueguitos de ligue de por medio), el jueves 10 de septiembre la vida me lo puso en frente. En
realidad lo conocí en la #RutaNikon; me había caído bien pero no volví a saber
de él hasta que lo contacté para ver si me podía apoyar con un proyecto. Por
eso quedamos de vernos ese jueves, para una especie de junta de negocios en la que
terminamos hablando de todo menos de mi proyecto. Ya saben: click
instantáneo, empatía verdadera; sin poses, sin máscaras.
Lo pasamos tan bien, que planeamos un encuentro exprés el
siguiente día (en Chilaquiloteca, por cierto); y digo exprés porque yo estaba
tragando mis últimos chilaquiles del año con unos amigos y al siguiente día volaba a Canadá. Así que no iba a tener más tiempo; era allí y en ese momento, o nunca (o por lo menos hasta enero). Y volver a verlo y platicar con él estuvo tan cool como recordaba del día anterior.
¿Cuántas veces no
les he dicho en este espacio que confíen en los tiempos de Dios? Miren, yo no
sé qué pase con este cuate; ni siquiera sé si pase algo. Después de todo, yo sé
mejor que nadie que las relaciones a distancia no funcionan. Pero algo me queda
claro: el Universo lo puso en mi camino a tiempo y casi de emergencia. Además, piensen en esto: si no hubiera tenido problemas con mis documentos, hubiera viajado antes a Vancouver y este encuentro nunca se hubiera dado. ¡Wow! En fin, no es
que esté enamorada de él, ni tampoco que ya quiera construir un futuro con él,
pero saben qué sí siento: la primavera. Después de que mi corazón pasó por un
invierno frío y cruel, siento cómo la nieve empieza a derretirse, el ambiente se entibia, comienza a
salir el sol y las plantas empiezan a florecer. ¿Es él? ¿Fue mi viaje? ¿Fueron
las circunstancias? ¿O todo junto? No sé, pero en serio siento primaveras en mi corazón.
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